El alcohol produce una falsa sensación de euforia, seguridad y confianza en uno mismo. Esto hace que el conductor sobrevalore sus propias capacidades y desprecie el peligro, asumiendo más riesgos de los que aceptaría sin haber ingerido alcohol. Por lo tanto, la respuesta correcta es que el conductor sobrevalora sus propias capacidades y desprecia el peligro.